La niña primero fue la niña. La niña de vida dura, de calle, de sueños oscuros y esperanzas rotas. La niña que quería "vende" droga como su papa. Una oscuridad y alevosía en un debut sincero, de barrio y calle, que transmite sinceridad en cada palabra, en cada rima.
La mala crece, la niña se hace chica, un lujo ibérico, con nuevas curvas y nueva mente, se reivindica, da un paso al frente, marca el minuto. Se pone frente, al mundo y lo controla, lo domina, lo hace suyo. Pelea contra el enemigo invisible de la madurez, dejando atrás el barrio, su argot, sus movidas, sus historias. Deja de cantar sobre otros, sobre historias, canta sobre ella misma, deja atrás sueños oscuros y esperanzas rotas, afronta optimista el futuro, pero sigue siendo mala.
La mala se hace mujer y hace Malamarismos para hacerse ver, busca trabajo en una gran discográfica, se hace accesible, se hace cercana, le muestra a la gente su cara. Algunos dirán que no recuerda a la niña, que la olvida, que ha vendido su recuerdo a don dinero, por la fama.
Los mismos que admiraban su valor, su rima clara, ahora niegan su camino, su melodía. El atrevimiento de atacar el mundo, de llegar a la gente, de dar un paso más en su carrera y ser valiente. No traiciona, solo se rebela, rechaza dogmas de machismos y bocazas.
La mujer canta, la chica canta , la niña canta, todas juntas son la Mala.
jueves, 19 de febrero de 2009
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