Gato saliendo de una bolsa.

Jeffrey Brown esta acostumbrado a contarnos historias de su vida, en "cualquier pequeña intimidad" nos habló de sus novias, de sus relaciones, enseñando su corazón en forma de viñetas.

En "Gato saliendo de una bolsa" va más allá, nos abre un mundo mucho más pequeño, mucho más simple y consigue convertirlo en algo apasionante, entrañable y divertido.

La vida de Misty te atrapa, como solo puede atraparte una vida tan pequeña. Y Misty es solo una gata que sale de una bolsa de papel, que caza tobillos. Que maulla para conseguir una caricia. Que te muerde cuando la rescatas del hueco del sofá donde quedo atrapada.

Porque para Misty, la gata que Jeffery encontró abandonada en la calle, la bolsa de papel vacía, puede contener un tesoro, un manjar, puede ser un escondite, un refugio. El tobillo es un ratón al que atrapar, una presa imaginaria para sus instinto.

Las caricias son tan preciadas que solo te permite dárselas, te las concede como un premio a tu constancia, a tu cariño, no son algo para regalar moviendo el rabo nervioso como un can. Y cuando te muerde, te dice que ha pasado un mal rato, que tu deber es protegerla y cuidarla, así que debes compartir su sufrimiento y así aprenderás la lección para la próxima.

Puede que el tener a mi propia Misty (en mi caso May) me halla influido a la hora de apreciar esta obra, al menos si ha tenido mucho peso a la hora de comprarla. Y la veo reflejada en muchas página, la veo escondida en el hueco del lavabo, la veo golpeando ese boli que quedo sobre la mesa hasta que cae al suelo y veo su cabeza acercándose a mi cara cuando me tumbo en el sofá, para hacerse un ovillo y dormir sobre mi tripa.

Un cómic que recomiendo a todos los amantes de los gatos y a todos aquellos que alguna vez dijeron aquello de "No me gustan los gatos, los gatos son traicioneros, son demasiado independientes o me dan miedo" porque Misty y sus pequeñas vivencias diarias te darán una muestra, casi autentica, de la increíble y emocionante vida de un felino doméstico.