martes, 28 de octubre de 2008
Batman: Año uno.
Muchas veces nos han contado el conceptión de Batman, como sus padres fueron asesinados por un criminal, un don nadie sin rostro que destrozo la infancia de Bruce Wayne y le convirtió en un cruzado enmascarado.
Pero solo Frank Miller se atrevió a contarnos el nacimiento, no como eligió su traje, el porque del murciélago, si no quien era el Bruce Wayne que se convirtió en Batman y quién era el Batman que llevo por primera vez la mascara. El hombre que sentía la venganza en su interior, que deseaba recuperar la justicia, traer la luz desde la oscuridad, usar el miedo contra el miedo.
En Batman año uno, Miller nos cuenta la historia de ese hombre y de otro hombre bueno, el teniente Gordon, un policía cuyo pecado es ser honrado en la ciudad de la corrupción, un hombre con cuatro ojos en un mundo de ciegos. Gordon y Batman parten de lados opuestos de la justicia, pero están condenados a encontrarse en ese punto medio, entre la ley y la justicia.
Veremos a un Batman primerizo, luchando con armas que no domina, salvando las situaciones con una voluntad más fuerte que cualquier golpe, que cualquier disparo. Batman se convertirá en azote de delincuentes, en las calles, en las mansiones, en las comisarias.
El nacimiento de una leyenda, como un hombre se convierte en murciélago, en oscuridad, en miedo. Batman liberara todo el miedo que sintió en su niñez, toda la rabia que acumulo mientras crecía, mientras se convertía en un hombre, en un hombre murciélago.
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