sábado, 12 de diciembre de 2009

Fabulas: Las edades oscuras.



La guerra ha terminado, la vitoria es nuestra. El adversario capturado. El imperio cruel y malvado, desmantelado, cayéndose a pedazos sin el emperador y su mano de hierro para sostenerlo. Pero toda guerra tiene consecuencias, y si ya perdimos un protagonista para ganarla, otro ha regresado herido y enfermo de una extraña y mágica enfermedad.

Siempre me pregunte que sería de las Fabulas tras la guerra, como afrontaría Willingham la desaparición de la trama principal que ha ocupado los primeros 50 números, sin Adversario y sin soldados de madera poco retiene a las Fabulas en el mundo humano, así que se impone la necesidad de traer un rival nuevo, totalmente diferente que les impida regresar a su mundo y caer en el olvido. Y Willingham lo hace de manera magistral, cambiando Villa Fabula para siempre, haciéndonos olvidar la victoria y centrándonos en las consecuencias de la misma, consiguiendo que la nueva amenaza adquiera personalidad, que la odiemos inmediatamente, aún a costa de sacrificar algo querido para lograrlo.

Las transgresiones del Adversario serán pagadas por las Fabulas, victimas de una venganza de origen desconocido e involuntario. Se abre una nueva época, de nuevas tramas y nuevos protagonistas. Se empieza a contar una nueva Fabula.

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