martes, 2 de abril de 2013

The Walking Dead: Final de temporada.

El final de la tercera temporada de Walking Dead aleja a los supervivientes un poco más de sus primos cada vez más lejanos en blanco y negro. Muchas cosas han cambiado, muchas imágenes son diferente entre la inspiración y la imagen real. Pero hay un nexo común entre el cómic y la serie. Un vinculo cada vez más fuerte y que ha confluido en ambas aunque la velocidad ha sido distinta. El nexo es el protagonista de ambas series, o más bien el motor de un descenso a los infiernos del ser humano creado por Robert Kirkman. Carl Grimes.


Reconozco que se me escapo el cliffhanger del final de temporada, no reconocí las señales, ocultas a plena vista, pero enmascaradas con fuegos artificiales en forma de batallas, trampas, disparos y muertos vivientes. Esta temporada ha creado un monstruo, mientras se le caía la careta al Gobernador, mientras su aparente cordura se desgajaba, dejando a la vista su verdadero rostro. Un acierto la elección del actor que lo encarna y su aspecto. El Gobernador del cómic era como Jack Nicholson en "el Resplandor", un tipo con el que sabes que es mejor no estar encerrado en ninguna parte, por si acaso es lo que parece.

El verdadero hito de esta temporada se oculta en los ojos de Rick Grimes, cuando mira a su hijo, intentando explicarse como no ha visto antes en lo que se esta convirtiendo. La frialdad del niño, su determinación, la moral ausente. Carl usa exactamente las mismas palabras que el Gobernador para excusar sus acciones. Hacer lo que sea necesario, no correr riesgos, si te encuentras con un posible enemigo lo destruyes. No hay duda, no hay remordimiento.

Y entonces se acaba el capítulo, pero no la temporada, porque este verano Carl seguirá creciendo y quien sabe que Carl nos encontraremos a su regreso.

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