
En ella Gadafi, pegando un impresionante frenazo, se detiene ante el presidente Sirio Bashar al-Assad, que hace autostop para huir. Una viñeta más, una protesta más en un mar de manifestaciones. Pero a alguien no le gusto el dibujo, y mando a un grupo de matones a su casa, que lo secuestraron, cubrieron su cabeza con una bolsa y le rompieron las manos, para después dejarlo abandonado en una cuneta.

Lo que no recuerdan es que al final, la pluma siempre es más fuerte que la espada.
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