
Siempre creímos en ti, esperamos que te recuperaras, que lucharas por tu vida. No esperábamos que perdieras tu genio, tu intuición, esa perspicacia holmesiana que te distinguía del mundo y te concedía patente de corso en las relaciones personales.
Fuiste sincero, cruelmente sincero, porque la hipocresia del contrato social no encaja con tu dolor, con tu sufrimiento. Y lo fuiste hasta que no pudiste más, pero no podías mentir sin dejar de ser tú, así que te mentiste a ti mismo y soñaste la vida que querías, la vida que deseabas para ti mismo. Inventaste un final feliz, un final de ensueño en el que el detective besaba a la chica y resolvía todos los misterios.
Pero el sueño termina y el despertar es duro, la realidad es fea y tiene forma de pastilla de vicodina, de droga maliciosa que se introduce en tu cerebro y lo corrompe, destruye tu visión y te vuelve inútil.
Termina la temporada de House y House ha muerto, deja huerfano a un equipo de buenos médicos que por primera vez estarán solos ante el peligro, abandonados por el genio de la lampara.
El regreso de la muerte nos traerá un nuevo House o veremos al viejo House, resucitado por la magia de su inteligencia, resolviendo el misterio definitivo que se oculta dentro de su mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario