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Ya no hacia falta, los fantasmas ya estaban espantados. Veinticuatro horas antes lo habías avisado, la gente habla en cuanto pasan dos o tres semanas hablan, y solo hay una forma de callarles. Pero es que ya lo habías hecho, ya habías demostrado que lo tuyo es estar en el sitio y el momento más adecuados.
Pero todavía te quedaba algo que decir, que decir, no que demostrar, te quedaba decir alto y fuerte quien eres, donde estas y porque eres quien eres. Cogiste el balón en la frontal, lo levantaste con suavidad, con dulzura, como cuando empujas a tus hijos en los columpios del parque y fue gol.
Ya no hizo falta que señalaras el siete, no hizo falta darte la vuelta y mostrar tu nombre a las cámaras, en ese momento todo el mundo supo quien fue y quien es Raúl González Blanco.
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